Piensa en grande

Hoy doy los buenos días con una cosa que me ha endulzado la mañana en la web muy molón de mr wonderful, un fondo de pantalla para organizar los iconos (gratis) descargable, cuyo aspecto es tal que así:





Y a ordenarse la vida!

Quiero cambiar

Mi compañero de confesiones
Decir "quiero cambiar" es fácil. Pero no funciona de nada. El progreso no se produce en nosotros a menos que sepamos en qué queremos mejorar, en qué queremos tomar otro rumbo. Creo que hemos de sentarnos, meditar qué constituye un obstáculo para nosotros, y luego poder ponernos a la obra para cambiarlo. 

Ponernos a la obra no es leer artículos sobre "el cambio". Ponernos a la obra es sentarnos a solas con nuestros miedos, anotarlos, despedazarlos, tenerlos claros por partes. Sufrirlos. Porque para superarlos, hace falta sentarse a sufrirlos y entender por qué estamos sufriendo. 

Ponerse en forma no es comprarse el chándal más bonito, es alcanzar una mini-meta cada día. Dejar de ser tímido no se consigue leyendo. Cuando yo era pequeña era muy tímida, siempre sufría por no poder decir aquellas cosas que quería. Hasta que un día dije basta, y me propuse ir preguntando la hora por la calle a desconocidos sólo para darles las gracias mirándoles a los ojos. No me interesaba nada su respuesta, sólo quería hablar sin miedo, y poco a poco lo conseguí.

Por muchos libros o artículos que leamos tenemos que saber que la sabiduría que buscamos ya está en nosotros, y sólo debemos conocernos para poder aplicarla. Cada cuál encuentra las mejores soluciones para si mismo, porque no todo funciona para todos. Pero para eso hay que sentarse a charlar con los miedos, que no, que no queda otra.


Tiempo para sentir

Atardecer en Edimburgo
Ésta es una foto de mi último paseo por Edimburgo, a esa hora crucial en la que la luz y la oscuridad se ceden el turno con calma. Me atrevo a decir que disfrutan de ese momento, a juzgar por el juego de colores del que hacen gala juntas. Ojalá pudiéramos decir lo mismo de todas las emociones que habitan en nosotros a lo largo del día, y a las que a veces ni siquiera dejamos espacio para ser vividas. Las apartamos, las disfrazamos, incluso hacemos que no existen. Y luego, un día sentimos un vacío enorme sin saber por qué,  y  entonces llegan los problemas, porque no nos hemos concedido tiempo para sentir. Llega un momento en el que aprendes que necesitas sentarte y paladear la alegría, pero también la tristeza; dejar que transiten sobre la piel y fluyan conscientemente, porque esa es la única manera de que no bloqueen tu vida, y de que el equilibrio te alcance.

Desdoblarse

Paseando por Tenerife

Tendencia a la dispersión ¿A quién le suena de algo? Yo no no hablo mucho, pero pienso por los codos. La mayor parte del tiempo creo conexiones surrealistas, que cuando sueño, ni siquiera tienen nombre. Dicen que así es como nacen las ideas. Aunque no todas sean buenas. Una vez un hombre que leyó algo que escribí, me dijo que no preocupara tanto por mi futuro, porque la dispersión se convertiría un día en mi mejor cualidad. Gracias señor compasivo, mantengamos la esperanza.

De cómo deshacerse ayuda a llenarse


¿Me hago más vieja, o menos consumista? Nunca he sido una apasionada de la tecnología y tampoco de la moda. Por si fuera poco he cambiado mi smartphone por un móvil-ladrillo, sí, de los que usan hoy nuestros abuelos. Todo ocurrió el día en que lo perdí en el metro, entonces me dejaron un móvil jurásico de repuesto. Milagrosamente la batería funcionó y...a partir de ahí la cosa se desmadró. Al principio miraba al móvil sin saber qué hacer, como si por obligación tuviera que revisarlo, toquetearlo o restregar los dedos por la pantalla cada cinco minutos. Luego empecé a olvidármelo en casa cuando salía a la calle (vale, esto también lo hacía antes). Con el tiempo volví a redescubrir el silencio, y más tarde me di cuenta de que si había pasado dos meses sin echar de menos mi whatsapp, es porque realmente no me hacía falta. No me "conectaba" a nadie y menos aún me hacía sentir más "integrada" en ningún aspecto. No sé cuánto durará esta relación tan bonita pero por ahora seguiremos juntos, porque necesito esta paz para centrarme. Por otro lado, y seguimos hablando de consumo; ya no compro ni la mitad de ropa que compraba antes, cuando leía revistas de moda que me incitaban a hacerme con antiarrugas, anticelulíticos, bolsos y zapatos como si de un arsenal de guerra se tratara, qué curioso. Ahora me río de los anuncios que me dicen que, como soy una mujer, debería desear un par de zapatos como si de un plato de comida se tratase, y me debo sentir retratada en anuncios de mujeres que chillan de alegría cuando ven un vestidor enorme. Pues mire usted, a ver cómo se lo digo; me siento tan identificada como lo haría una nutria. En definitiva, que un día de repente, me he descubierto menos rodeada de superficialidades que nunca. Invirtiendo todas esas energías que antes empleaba en cosas que no necesitaba, ahora en mi misma, y en las cosas que quiero aportar al mundo, las que me salen desde dentro cuando estoy rodeada de una atmósfera sin ruido. Las que ahora escucho más alto. Con esa nueva energía también he empezado a meditar hace unos meses.




La otra belleza


Existen días en los que no queremos que la belleza nos ciegue. La cama se hace más cómoda por la mañana. Pueden ser días en los que nos levantamos con una mala noticia, un mal presentimiento, o con un mal sueño. Quizás encendamos la radio y nos demos cuenta de que la tristeza generalizada no ha abandonado a un país. Sabemos que si nos asomamos a la ventana la visión será diferente, probablemente mejor, por aquello de ampliarla. Sin embargo esos días, preferimos cubrir la belleza con un velo un tanto más oscuro que el cielo. 

 y no por ello es menos inspiradora...














Fotos extraídas del blog de Linda Lomelinos, call me cup cake  que recomiendo a todos los foodies, (palabra imposible de traducir sin parecer un idiota), o en español "comidistas" (lo avisé).

Tan sólo una grieta

El Médano, Tenerife (no tengo ni idea de qué estoy haciendo en la imagen)


"There is a crack. A crack in everything. That's how the light gets in".

"Hay una grieta. Una grieta en todo. Así es cómo entra la luz". (Leonard Cohen)

Es otoño. No sé desde cuándo vivimos en él, pero no ha de hacer mucho porque sólo ha llovido un día. También sé que el verano queda lejos con sólo mirar mi piel. He aprendido a vivir sin la luz del Sol. Podría haber pensado incluso que el Sol no existía fuera de estas cuatro paredes, y que no arrancaba la energía de los transeuntes que salen a la calle de una ciudad sin mar. Yo vengo de un sitio en el que siempre hay nubes, y cuesta mirar al cielo, porque la luz blanca hiere los ojos. Pero este verano he pasado las horas encerrada, con las persianas bajadas hasta el anochecer, para que esta casa tan pequeña no se derritiera conmigo. Las he subido cuando he escuchado hacerlo a todo el mundo. A las nueve, mientras replican las campanas alrededor de la Mezquita. A las nueve. Cualquiera sabe que eso convierte a una estación de luz en  una estación de oscuridad, y que la vida sólo se respira de noche. Pero ahora estamos en otoño. Son las siete de la tarde de un jueves, y la última luz del día sigue entrando. La necesito. Necesito abrir más ventanas. Luz, aunque sea el reflejo de un cielo plomizo, será mejor que la oscuridad. Es otoño, la estación en que la primera hoja decide caer del árbol para precipitarse al vacío y llegar hasta la tierra, donde todo comienza.