Piel muerta

Ha empezado a llover. Me he sentido como si el cielo liberase todo lo que no he podido llorar. Qué tontería. Ha sido un broche de oro para un día de hojalata. Más tonterías. No ha sido mucho. No ha sido tanto. Pero no he podido evitar salir al balcón y sonreír por dentro. Toda la calle estaba más bonita que de costumbre. Incluso las flores medio muertas  que intento revivir en mi ventana. La lluvia me recuerda al otoño, y el otoño al cambio de piel muerta por piel nueva. Quiero cargarme de esta triste energía líquida para concretarla, - ¿Puede hacerse eso?- que todo este misticismo cree algo nuevo, y que no de tanta pena.

En mis manos

Qué oscuro está el día. Hace poco dije que este año lo había dedicado a aclarar muchas en cosas en mi cabeza. Cuando aclaras cosas, no quiere decir que te sientas bien pensando ellas. A veces las conclusiones que sacas ni siquiera son positivas. He pasado un año entero meditando. Cuando digo esto la gente piensa que he estado en paz conmigo misma, pero es todo lo contrario. Voy con menos peso en mi cabeza; lo llevo todo en mis manos.

Propósitos de año nuevo

El año va terminando, y por una vez me gustaría tener una lista de propósitos para el 2014, porque hasta ahora nunca he creído en ellas. Sin embargo hace poco pensaba en un conocido que publicaba en su facebook algo así como " penúltima meta del año conseguida", y la envidia me pudo. Me pareció algo digno de alabanza. Alguien que recuerda sus propósitos más allá del papel. Alguien que los va tachando de la lista. ¿Es o no admirable? 

Siempre he optado por hacer reflexiones sobre el año que se va, pero pocas veces he ido más allá y he deseado que ocurra algo concreto en el futuro año, o mejor dicho no he deseado perseguir algo más concreto que "felicidad". Sí, reconozco que es algo tan cutre como humano. Pero este año lo necesito, merezco una lista y merezco soñar y trabajar duro por mis sueños como ha hecho ese chico, que por cierto, nunca ha hecho de su silla de ruedas un obstáculo en su vida. 

Este año se ha caracterizado por algunas ausencias. Una, mi abuela,  que siempre conservaré en mi cabeza enseñándome sus pinturas, en su cuarto de artista. Otra, la de una amistad muy especial que de alguna forma terminó para tomar otra forma, y que me marcó como ninguna. La vida sigue, es larga, cambiaremos, mudaremos la piel, algunos se nos adelantarán llegando al final de este camino que llamamos vida. Felices propósitos a todos. 

Océanos de plástico

Tenerife. Ese día encontramos unas medusas preciosas ( en serio) entre las piedras.
Me gusta eso que veo. El mar de todos los sitios, el de los días claros, y los oscuros, el mar que descansa con su vaivén en la orilla, y el mar que descarga sobre ella su furia infinita, haciendo temblar a la arena. Éste último es el que más he tenido la oportunidad de sentir, por aquello de haber nacido en una isla. Un isla de paisajes violentos como navajas alzadas, que no parecen amistosos ni aunque los bañe el mismísimo Sol y los cubra con los mejores atardeceres. 


Me resulta difícil describir lo que siento cuando el mar golpea tan fuerte la arena que hace que todo tiemble. El ruido es ensordecedor, de hecho nunca he podido dormir en la playa si no me tapo los oídos. No es fácil hacerlo cuando sabes que puede llevarse todo. No es raro, alguna vez me ha pasado; me he despertado asustada porque una ola llegaba hasta el final de la playa y sacudía mi tienda de campaña, llevándose algunas de mis cosas mar adentro, donde nunca más las encontraría. Que nadie piense que hago cosas tan románticas y locas como dormir en la playa, en Canarias es muy común acampar al lado del mar con los amigos. Es algo que he descubierto que no se hace en la península, por ahora.

Estaba más pendiente de las medusas que de cómo quedaría la foto, y quedó así

Aunque por su puesto, también tendrá que ver esa fuerza salvaje, con que yo no hablo de un mar, sino de un océano. No es difícil explicar mi conexión con el agua. Estoy hecha de agua, como todos. El mar es algo que nos calma y  nos devuelve a lo que somos, a nuestra casa. Nos llena de esa energía primaria que encontramos en la naturaleza sin saber qué estamos buscando exactamente. Nuestras raíces están en el fondo de los mares. Por eso no debemos consentir cosas como ésta. Un continente hecho de residuos plásticos que crece en el océano pacífico, y no es el único. En 2012, medía el total de siete Españas juntas. Espero que sepamos valorar que la forma en que tratamos al océano, es un espejo de cómo nos tratamos como especie.