Tercera semana de enero

El año ha empezado. Hoy escuché que estamos en la tercera semana de enero. Aún sigo poniendo en marcha, remodelando y cumpliendo mi compromiso con mis propósitos. Es un logro. Nunca antes he hecho propósitos, pero algo me dice que éste será un año en el que tendré algo más de inspiración, así que me he lanzado a la piscina con algún que otro reto creativo, y algún que otro enfrentamiento de miedos, de esos que tanto me gustan desde que intento ser la mejor versión de mi misma.

Para que todo empiece diferente, me he vuelto rubia, muy rubia, y me he cortado el pelo. Eso no es ningún reto para alguien que ya se ha rapado la cabeza, pero la melena ya me llegaba a alturas sireniles, salvando las distancias. Corto y cambio. Y ha sido bueno; a menudo no valoramos todo lo que un pequeño cambio supone en nuestra vida, aunque sea en forma de decolorante. No estoy más guapa. No estoy mejor. Soy diferente. Tengo que peinarme de otra manera, o más bien despeirnarme, porque yo no me peino desde hace años aunque nadie me crea. Me gusta.

Mis propósitos no tienen que ver con ir al gimnasio, cosa que nunca he hecho, o dedicar más tiempo a mi familia; tienen que ver con hábitos que me lleven a tener una vida más acorde a lo que busco. Dicen que se necesitan 21 días para asimilar un hábito, y por ahí he decidido empezar. Primero con unos, luego con otros. Creo que ha quedado todo bastante bien especificado y concretado para no poder faltar a mi compromiso, no porque nadie vaya a castigarme, ni siquiera yo misma, sólo porque sería una pena desaprovechar 365 nuevas oportunidades ahora que estoy viva, sólo por eso.