Te voy a llenar de jazz, y nocilla


Hoy he descubierto que alguien me ha encontrado en google tecleando "te voy a llenar de jazz". Dios, haz que conozca a esa persona.


Pero el día ha sido mucho mejor. Hoy me ha ninguneado una impecable empleada de la oficina del paro, y he fantaseado con reventarle la nariz estampándole la carpeta en la cara. Mi conciencia de ciudadana digna ha dado las gracias y se ha retirado. Mi imaginación estaba destrozándole la mesa a patadas. Finalmente he logrado salir con la cabeza alta, lo que forma parte de mi plan de semidesintoxicación de derrotismo crónico.

Luego, de camino al colegio de trabajadores sociales me he puesto a escuchar un mix de programas de radio mañaneros y he aprendido con creces qué es un reactor nuclear y cuántos supuestos diferentes de cómo podría estallar podemos crear hasta que quememos la noticia de tanto usarla.

En el colegio hay que pagar un pastón, y no hay orientación sin pagar un pastón (pastón para las economías estudiantiles y no tanto). Una vez recuperado el aliento al llegar a casa (digamos que en mi mapa desastrosamente dibujado no tuve en cuenta las distancias) me he hecho dos bocadillos de nocilla, he cogido un brick gigante de jugo de melocotón y me he sentado a reflexionar delante del tendedero, así, porque si.

Es verdad que las crisis estimulan la creatividad y el ponerse en movimiento, y aunque tengo mil comentarios sarcásticos que hacer tras esta afirmación, sigo con mi plan de desintoxicación y así tendré que dejarla.

Depositar en el contenedor más cercano


Hoy es un día para envolver cuidadosamente, hacer un lazo y tirar a la basura más cercana. Mi indecisión me está llevando a la inactividad más absoluta. Mi falta de perspectiva está tirando por la borda cualquier solución. Mi cegamiento pesimista está anulando cualquier paso hacia delante.

Mi madre me dijo una vez que tenía que poner los pies en la Tierra, decidirme y centrarme en una cosa, no en 5 mil ideas si van cada una por un camino diferente ...y yo todavía lo estoy asimilando.

Sal y Azúcar

Tú yo éramos como el azúcar y la sal.
Intangibles, puras, intensas.
Azúcar y sal no se complementan.
Salvo para la salsa de tomate.
Para eso no estábamos preparadas.