Romanticismo en estado puro


Reflejo plateado del Guadalquivir, Sevilla
Cada vez que cruzo uno de los puentes del Gualquivir y veo todos esos candados de parejas enamoradas, no puedo evitar que me sacudan la espina dorsal las las imágenes de todas y cada una de las rupturas. Miles de vacíos existenciales y naúseas tras esa llamada a las 3 de la tarde, ya está ya lo hemos hecho, y por la noche, miles de luces de discoteca golpeando la caja toráxica hasta sedarla.

Ellos con las manos en los bolsillos y principios de ataques de ansiedad, ellas sentadas en la cama preguntándo por qué con ríos de rimmel en las mejillas. Todos enfrentando la verdad, todos imaginando qué nuevos amantes cubrirán el vacío hasta que ya no se aprecie el eco. Aunque sea raro acostarse con alguien y ver a otra persona, aunque sea raro, sólo lo es unos días. Drama en estado puro para las venas.
Hace tanto tiempo que no puedo imaginar una alianza sin una ruptura, que me estoy empezando a preguntar si alguna vez alguien me leyó cuentos de hadas.
Sólo recuerdo a mi abuela inventándose viajes de Willy Fog.

3 comentarios:

  1. Me ha gustado! :D aunque yo soy de las que al pasar por uno de esos puentes y ver los candados diría un "ooohhhh" con tono entrañable jaja habrán miles de rupturas, pero preocuparse por eso me parece una pérdida de energía sin sentido... mejor disfrutar del momento, ya habrá tiempo para llorar (o no, quién sabe) después! :)

    Un beso enorme! ;)

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  2. Gracias chicas! Raquel yo lo intento, pero si no pensara en cosas catastroficas a menudo no sería yo!! jeje besos

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