El tercer día de mi vida (desde entrada anterior)

En el tercer día de mi vida, me decido a pulsar el play de un videoclip que me persigue desde hace tiempo y nunca me he molestado en abrir: Her morning elegance, de Oren Lavie. Qué curioso; la primera vez que me detengo a oír la canción y es en el blog de una fan de Lolita que pinta las paredes de su habitación de violeta y lleva un gato en su camiseta, o puede que no. Qué raras estas niñas oscurantistas, y qué video tan presto a celebrar el tercer día de mi vida. Brindo conmigo misma té con regaliz sobrante del termo futurista de mi madre entre las paredes de mi habitación verde depresión. Luego me dirijo a la ducha, y tomo la posición de una buzo iniciando la inmersión, que consiste en unir las piernas, dejar caer las manos paralelas a los muslos, y finalmente dejar caer la cabeza hacia adelante. El agua templada cae impávida sobre el cuello, como en un spá, pero mucho más barato. En el tercer día de mi vida y mientras me pongo acondicionador, en la SER suena Stars, una de mis canciones favoritas de Cranberries. Qué raro es vivir en la Tierra.

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