Siestas, chill out y más

Otra vez estoy metida en un charco, joder. Llego al portal de mi casa hambrienta y con los pies empapados. ¿Por qué coño hay tanta gente aquí dentro? Me abro paso entre cojines colocados por algún extraño motivo en el suelo, y me dispongo a abrir el buzón. Recuerdo esa ley de Murphy: ante cualquier situación compórtate como si fuera normal.
-Hola-una cara me espeta inquisitivamente asomada entre la mano con la que intento abrir el buzón y mi cara.
-Hola-contesto alejándome para verla bien.
-¿Estás bien?-se parece mucho a Bob Dylan.
-Sí .¿Qué pasa?-Bob no me contesta y se aleja. Me dirijo a las escaleras para subir a mi piso. ¿Dónde está la puerta? después de varias vueltas frenéticas recorriendo de arriba a abajo la entrada del edificio ante la mirada indiferente de las colegialas, no tan colegialas, y un grupo de nuevos dobles de Bob Dylan y Melendis con sobrepeso que están instalados dios sabe por qué en mi portal, me topo con un muro de cemento donde antes estaba aquello que solemos conocer como puerta.
-¡Tú, morena, no se puede subir!- la que parece la lider de un grupo de seis pelirrojas aposentadas con pijamas de Hello Kitty y varios paquetes de galletas de chocolate sobre unas improvisadas camas de cojines me sonríe. Me acerco atónita. -¿Qué pasa?- pregunto a las integrantes de lo que parece una fiesta de pijamas de veinteañeras alpinas.
-El accidente.
-¿Qué accidente?
-El accidente de plástico.
-¡Ah! ¿Qué coño es eso?
-Fue en la autopista, unos camiones volcaron y está cubierta de plástico tóxico derretido, no te lo sé explicar, hubo unas reacciones, no sé, no sé, pero no dejan pasar a nadie. Las calles están cortadas y puede que tarden varios días en venir a buscarnos, no podemos entrar a nuestras casas, por los aparatos electrónicos, es peligroso. -¿Tienes algo aquí? ¿Comida, algo?
-No suelo guardar mis víveres en los buzones.
-Tiene su lógica, tía- mastica una de las galletas gigantes de chocolate.
- ¿Cómo te llamas?
-Indra.
-Indra, a partir de ahora serás la luz que ilumine mis días de cautiverio, no me dejarás sola ante este grupo de zombies adoradoras de Hello Kitty, y sobre todo, cuidarás de mi persona frente a esta improvisada manada de adolescentes con camisetas negras de ovnis verdes.-pienso-Indra, encantada-digo finalmente.
Me vuelvo a acercar a mi buzón expectante, y contemplo estupefacta como por arte de magia y quehaceres de un sueño estrambótico, está lleno de discos de chill out de una antigua promoción de colchones Flex. Por supuesto no cabe ninguna duda de que me serán de gran utilidad en estos momentos.
Conclusión: El chill out no garantiza siestas tranquilas, ni de coña.

1 comentario:

  1. Aaay, ¡las niñas Hello Kitty! xDD ¿Vas a seguir utilizando todas las expresiones que creía que me había inventado yo? xD

    ResponderEliminar